En el mundo actual, internacionalizarse no es una obligación, pero sí se ha convertido en un proceso casi inevitable para las empresas. En un entorno globalizado, donde los países se vinculan a los mercados internacionales a través de la apertura económica y los acuerdos internacionales, las empresas que tienen implantación, tanto a nivel local como nacional, se hallan afectadas por unos procesos de internacionalización que las exponen a la competencia extranjera y a la competencia con empresas nacionales que utilizan insumos importados o exportan a los mercados exteriores, por lo que deben estar preparadas para competir con proveedores y competidores nacionales e internacionales.
Sin embargo, la internacionalización también puede ser vista como una oportunidad en el proceso de desarrollo de las PYMES. Hoy en día, las empresas se encuentran no sólo ante un consumo interno que no acaba de reactivarse, sino inmersas en mercados saturados de productos que demandan la búsqueda de alternativas.
Tenemos la tendencia a creer que la internacionalización de las empresas hace referencia exclusivamente a exportar en el mercado internacional. Sin embargo, es necesario darse
cuenta de que hay muchas maneras de internacionalizar la empresa. Las importaciones son
también parte del proceso de internacionalización cuando implican materias primas y maquinarias de mejor calidad que permitan a las empresas ser más eficientes a nivel nacional.
También se puede internacionalizar una empresa a través de las inversiones extranjeras, a
través de alianzas con inversores extranjeros, cuando se crea una empresa con marca
consolidada en otro país, a través de una franquicia por ejemplo, o cuando se busca un
producto o marca extranjera para comercializarla en el país.
Lo que sí podemos decir, es que la internacionalización es, en el momento actual, uno de los factores clave para el buen funcionamiento de una empresa y sus expectativas de futuro. Entre los factores por los cuales las pymes se deciden a iniciarse en esta aventura, nos encontramos con los siguientes incentivos:
- Aumentar la independencia de los ciclos económicos del mercado local
- Acceder a un mercado más amplio
- Mejorar la imagen
- Obtener mayor rentabilidad
- Aumentar la capacidad productiva
- Diversificar riesgos comerciales y de aprovisionamiento
- Disminuir costes aumentando la eficiencia productiva
No obstante, en muchas ocasiones las pymes carecen de capacidad para internacionalizarse, puesto que no cuentan con personas especializadas en proyectos
internacionales, financiación, acceso a mercados mediante socios extranjeros, tienen una
percepción sobreevaluada de los riesgos que implica el negocio internacional, presentan
carencias de infraestructura y una serie de desventajas, debidas a su tamaño, que les impide
tomar la decisión de abrirse a los mercados exteriores.
Por todas estas razones, la exportación e importación indirecta es una estrategia muy válida para las empresas pequeñas que deseen comenzar este proceso, o para las pymes con una mayor capacidad que podrían iniciarse en la internacionalización pero que no cuentan con experiencia previa alguna.
En la exportación indirecta, la empresa exporta por medio de intermediarios que se hacen cargo del manejo logístico de las mercancías desde la fábrica hasta el cliente, el papeleo de comercio exterior, los trámites de aduanas, etc., mientras la empresa se dedica a producir y vender como lo hace con sus clientes locales. Ya se trate de agentes comerciales o de una empresa de exportación, éstos aportan su experiencia en distribución, marketing, negociaciones, etc. así como habilidades administrativas para gestionar acuerdos de exportación y financiación. Para las pymes que no pueden crear una estructura dentro de su organización dedicada únicamente a proyectos internacionales, la exportación/importación indirecta
es, por su sencillez y bajo coste, una posibilidad real de abrirse a los mercados internacionales y aprovechar sus oportunidades.